EL ORGULLO

“Si no moderas tu orgullo, será tu peor castigo” Dante Alighieri

Orgullo: Es un sentido de satisfacción. Un sentimiento interno de valía personal, que si es moderado, es sano y puede ser disimulado.

Arrogancia: es la demostración explícita y sin tapujos de un sentimiento de superioridad (autocomplaciente). El soberbio no admite ser menos que nadie. Es la convicción interna de creerse más que los demás. Soberbia (del latín superbia) y orgullo (del francés orgueil), no son exactamente lo mismo. La soberbia es la demostración abierta y desenfadada de creerse superior e incluso de vanagloriarse a sí mismo sin cargo de conciencia.

El  Psicólogo Gastón Gandolfi (argentino) postula que “los pacientes afectados por baja auto estima albergan en forma velada para su vida consciente una suerte de soberbia oculta.” Algo así como un complejo de inferioridad no aceptado o superado y obviamente, resaltarán aquellas cualidades en las que sobresale.

El concepto de orgullo hace referencia a una emoción muy determinada por factores y valores sociales aprendidos. Además, tiene una doble vertiente: por un lado, el orgullo puede ser considerado una emoción positiva, un signo de buena autoestima. Por ejemplo, el que se siente por los logros de los hijos, del esposo, de nosotros mismos después de un arduo trabajo. En tal sentido puedo agregar que nunca debemos mezquinar un reconocimiento justo, un elogio al éxito conseguido por otro. Aunque no necesariamente fuera lo máximo obtenido pero si es válido reconocer el esfuerzo desplegado. Me queda en el recuerdo el de un padre de familia cuyo hijo siempre desaprobaba en Matemáticas, no podía pagar a  un profesor que lo ayudara ni él  mismo tenía tiempo. El niño se apoyaba en uno de sus amigos y compañero de aula. Cuando logró obtener una nota aprobatoria de 12, el padre arrojó la libreta indignado, “Solo esto has logrado?” recriminó. Hay palabras que hieren o “matan” a una persona, ¿verdad?

Recuerdo también que perdí a una excelente amiga de primaria, muy linda y buena llamada Margot. Nos peleamos por una tonterìa de chiquillas y nos enemistamos. Ambas no querìamos ceder ante nuestro orgullo exacerbado y nos alejamos. Siempre lo lamentè.

Y como faceta negativa del orgullo, cuando esta emoción  nos ciega y se convierte en arrogancia que nos genera conflictos emocionales pues nos hace ciegos ante nuestras propias responsabilidades, nos impide ver los errores que cometemos ya que quedan escondidas bajo el peso de la soberbia por ende no aceptamos críticas pues no queremos reconocerlo. Y   lo irónico de esta situaciòn es que el orgulloso no es consciente de que lo es. Suele ser inflexible. Esta actitud los pone casi siempre en confrontaciòn y pueda que en el fondo, sientan inseguridad o hayan sido afectados por algo. El mundo interno del hombre es un misterio.

La pregunta es, ¿qué hay detrás de ese orgullo? No nos olvidemos que para tratar de comprender  a los demás, intentemos “ponernos en sus zapatos” para evitar la ligereza en nuestras apreciaciones.

Para eliminar este tipo de conducta motivada por el orgullo, es necesario llegar al autoconocimiento y tratar de  buscar seguridad en nosotros mismos. Es necesario ser honestos y enfrentarnos a nuestras propias faltas para poder cambiar aquellas actitudes que no nos benefician y que pueden llevarnos al arrepentimiento de nuestras decisiones dictadas por esta emoción.

Despleguemos un gran esfuerzo de parte nuestra, comenzar por aprender a perdonar y a pedir perdón con sinceridad, a compartir lo mejor de uno mismo y tratar de ser empáticos. Para entender a los otros  tan solo imaginemos ponernos en su situación. Ello nos permitirá  comprender que ni ellos ni nosotros, ni los que nos rodean, somos seres perfectos. Incluso nos ayudará a dejar de lado la actitud de  soberbia que lo único que acarrea es frustración. Llegar a este estado de tranquilidad emocional nos favorecerá en muchos sentidos, vivir en armonía, no generar anticuerpos, ser más amable con los demás, entre otros.

Para terminar, ¿Recuerdas alguna anécdota donde predominó tu orgullo?¿ Cómo terminó?

¿AYUDAN LAS EXPERIENCIAS?

“La vida es muy diferente a la escuela. En la escuela primero aprendes la lección y luego te ponen la prueba. En la vida te ponen la prueba y luego aprendes la lección.”

Por experiencia entendemos la participación activa, vivida o sentida en hechos o acontecimientos que suceden en la vida cotidiana. Cuando tomamos conciencia de ello reflexionamos, lo que conlleva a que nuestras vivencias se  conviertan con el tiempo en experiencia. A través de nuestra vida guardamos en nuestra memoria experiencias de diferente índole lo que permite conocernos mejor.

Hay experiencias de vida aprendidas en el hogar, en el entorno familiar; en el trabajo, en las relaciones sociales, vida académica, etc., que viene aunada a la experiencia emocional (guardada en la memoria como recuerdo) múltiple y enriquecedora. La asociación de recuerdos aparece después, en un momento determinado, afectándonos positiva o negativamente. Lo cierto es que en la memoria se conservan, en gran medida, las emocionales.

experiencia3 Éstas, igualmente, juegan un papel importante porque actúan como un medio de comunicación (a la comunicación verbal, por lo general, le agregamos expresiones del rostro, el tono de voz y los gestos corporales) que reflejan nuestro mundo interno, cómo vivimos nuestro “yo” interior (con todo lo que sucede alrededor nuestro) e incluso, permite que entendamos parte de nuestra conducta. Hasta la emoción negativa redime su beneficio; se sabe que emplea parte de nuestra energía para descubrir nuestra potencialidad y toma las precauciones del caso, para prevenir o crear algo a partir de su aparición. No obstante, nuestra memoria es selectiva, “graba” solo lo que tiene real significado y puede hacernos variar la forma de ver el mundo al tomar decisiones o afrontar los conflictos en los momentos más críticos.

Por ejemplo, si nos circunscribimos a la familia nos quedan lecciones de experiencia que pueden perdurar toda la vida o no. Pueden ser buenas o …malas, pero que aprendidas de nuestros padres, suelen asumirse como “buenas” inconscientemente. Por señalar algunos breves ejemplos:

experiencia4Si la familia es muy religiosa, se le quedará a alguno de los hijos la costumbre de serlo; o, caso contrario, puede ocurrir que lo rechace.

Si los padres, por más discursos que den sobre puntualidad, no lo son, será el ejemplo que quede; así como también, si un padre suele ser violento, agrede físicamente a su familia. Un hijo (a) aprende de lo que ve y más, si esta experiencia si es repetitiva.

Por otro lado, toda otra experiencia fuera del hogar, de carácter social o académica, también es variada. Señalo una (opinión personal), una mayor exigencia académica obliga al alumno a dar lo mejor de sí, por lo tanto, al final genera un mejor “producto”. Además, es una experiencia útil para toda la vida.

En general, la idea es entender por qué algunas veces, uno tiene “ciertas” reacciones o costumbres “inexplicables”, pero si madura y racionaliza las cosas, descubrirá la causa.

Lo rescatable de las experiencias, es que hay personas que no obstante haber sufrido una serie de vicisitudes que les hizo la vida más difícil para unos que para otros, supieron salir adelante pues éstas sacaron lo sobresaliente de ellos, los fortalecieron, porque lo vivido enseña. Las experiencias son lecciones que quedan “archivadas” en nuestro subconsciente pero no olvidadas. Ahora bien, mucho depende de cómo una (o) lo asuma en el tiempo.

Puede llegar el momento en que aflore cuando le toque ser padre  o madre y repita, inconscientemente, los “patrones”  de conducta recibidos en la infancia (Análisis Transaccional)°. En algunos que fueron tratados con dureza en su infancia por padres o parientes les puede suscitar un rencor o resentimiento; en otro, al contrario, pueda que el dolor los humanice más en el tiempo y les ayude a comprender mejor a los demás. Las experiencias vividas se reflejan como un cristal de color a través del cual vemos el mundo. Algunas experiencias nos hacen ver a través de un lente oscuro, otras, en cambio, a través de uno claro y lleno de luz. Toca a nosotros quitar el cristal que distorsiona y afecta nuestra forma de “mirar” el mundo y de reaccionar.

. experiencia5Por último, uno debe ser consciente de las circunstancias que hemos pasado, y esto es lo más importante, asumirlas con madurez, racionalidad, y tomar la decisión más sana.  Porque está demostrado que cuando uno vive “cargado” de dolor y resentimiento, el único afectado en el tiempo, es uno mismo, pues no vive feliz. Cualquier emoción que se nos prolonga, es porque está siendo «alimentada» por nuestros pensamientos. ¿Habían reparado? Entonces, mejor evitar ese tipo de pensamientos que lejos de ayudar, al final, enferman Hoy tenemos que apreciar  las cosas de forma diferente porque somos adultos, más fuertes, capaces, más razonables. Recuerda que todo pensamiento que mantiene una emoción ingrata, dañina e innecesaria, es errónea y es necesario modificarla.

Y ahora que estamos pasando las circunstancias difíciles de la pandemia del corona virus (una nueva experiencia), ¿qué lecciones nos aportará?

¿Crees que cambiaremos en alguna medida?

¿UNA CANCION… UN RECUERDO?

 

“Ser madre significa que tu corazón ya no es tuyo, sino que deambula donde quiera que estén tus hijos.”

¿Nunca te ha ocurrido que cuando escuchas una canción, te evoca algún recuerdo?

Hoy me aflora en la memoria, varias que responden a distintos momentos de mi vida. Como madre, maestra, esposa, entre otras.

Hagamos memoria. ¿Te has dado cuenta que hay canciones que nos ponen sentimentales?, Te gustan sí, pero ¿te has preguntado por qué? Ocurre que algunas veces está, efectivamente, asociada a algún recuerdo que puede ser triste o alegre. No había reparado en ello si no es por mi pequeño Macolito  que un día me dice, ¿Por qué te gusta esa canción? No sabes ni quechua pero cuando la oyes te pones sentimental, ¿no estará atada con alguna parte de tu vida?

Vaya que me dejo pensando. Cierto, me dije ¿Por qué me gusta?… hurgaba en mi memoria hasta que de pronto, ¡zas! Me vino la imagen del momento al que estaba asociada. Era cuando mis enanos estaban pequeñitos, vivíamos por esos años en Cusco. Solíamos ir en las tardes a que jugaran a una explanada inmensa, llena de verdor, cerca al aeropuerto. En ese entonces, se escuchaba por la radio portátil que llevaba el público, una canción de una cantante local, estaría de moda porque lo pasaban a cada rato. Tanto…que se me quedó en la memoria. Y si pues, estaba “atada” a la primera infancia de mis dos hijos mayores.

La otra canción que me llena de melancolía y me hace sentir el dolor de su ausencia es un huayno que le gustaba y solía cantar mi esposo  “Una paloma, sobre una rama”. Tanto así que se la grabé en varias versiones para que la escuchara en su carro cuando iba al trabajo.  Por el momento no lo escucho porque el dolor sigue fresco. Quizá más adelante.

La otra es la canción es “Chiquitita” del grupo ABBA. Esta canción la asocio a mi etapa de maestra porque tenía la costumbre ( y todavía me queda) de llamar así a mis alumnas y exalumnas.. No “Chiquititas”, precisamente, sino, “Chiquitas”.

Hoy, sumo a mi lista, la canción religiosa “Una madre no se cansa de esperar” por un incidente que me ocurrió hace poco. Era el cumpleaños de una amiga quien nos invitó a tomar desayuno a un grupo de amigas, de las cuales, unas eran de su grupo de oración. La idea era primero rezar el rosario, luego el desayuno. Una forma personal de celebrarlo, desde luego, y uno confía que quienes nos acompañan, lo entiendan.

La líder del grupo de oración muy práctica, nos organizó de cómo se llevaría a cabo la lectura de los misterios del rosario y cómo los cánticos religiosos, desde las copias que nos había entregado antes. Todos participamos con entusiasmo contagiados por el calor de la amistad y la mañana hermosa que nos regalaba el día. Y antes de que nuestra amiga, la anfitriona, leyera el quinto misterio del rosario nos indicó la líder que teníamos que entonar la canción “Una madre no se cansa de esperar”. Así lo hicimos. Cantamos a voz en cuello repitiendo los diferentes estribillos de la canción y, de pronto… nos sentimos conmovidas (os) por la  letra de la canción. Sin temor a equivocarme, creo que todas teníamos un nudo en la garganta; queríamos resistirnos a las lágrimas, pero éstas rebeldes, pugnaban por salir. ¿Qué nos había ocurrido?

Algo simple. Todas éramos madres de familia, y como tal, nos sentimos identificadas con la letra y, de alguna manera, afloró en nosotras, el recuerdo de nuestros hijos (as) cuando les tocó estar lejos por distintas razones. Nos había llegado al alma y nos sentimos turbadas por el dolor de los recuerdos. Fue un momento único.

La dueña del santo tomó la palabra pues le tocaba a ella el último misterio y soltó las lágrimas con libertad. Habló su corazón, entre lágrimas recordó a la hija que había viajado a México para estudiar. Se quedó cinco largos años. Años que para ellos fue difícil como para todo padre o madre, cuando los sabemos lejos.

Me pareció un momento mágico. Ganadas por la emoción de las letras de la canción sumada a la remembranza de nuestra querida amiga, nos involucramos todas como madres y retrocedimos en el tiempo:

canciónSolo “ayer” – nos decíamos- los “vimos” pequeños, (as), necesitados de nosotros, estaban en nuestro regazo con sus penas y sus llantos. Y hoy que están crecidos, adultos, igual – para nosotros no cuenta la edad-, estaremos pronto a cobijarlos en nuestro pecho cuando nos necesiten…

Fue así, que el recuerdo filial, nos había encogido el corazón de nostalgia. Luego, comentábamos en el desayuno, cómo nos removió el piso el hecho de haberlos visto crecer tan rápido, el que tomaran su propio camino, su independencia, con sus avatares, pero ¡aprendiendo!. Nos dolía porque el (la) pequeño (a) que fue ya no lo sería nunca más. Incluso nos lamentábamos, de cuántas veces nos habremos perdimos momentos de “su “ vida, azuzados entonces por el trabajo, las obligaciones que lamentablemente, a veces, no se podía obviar. Es ley de vida, la cabeza lo entiende, cierto, pero el corazón no, por eso se nos hace difícil olvidarlo.

¡Qué velocidad la de los pensamientos! ¿Verdad? En ese ínterin había corrido como caballo desbocado. Nos hizo rememorar imaginariamente a todas, nuestra “historia” de vida. Cuando terminó de hablar nuestra amiga, retomó la lectura del último misterio y todas suspiramos porque era el momento de regresar al presente.

Ya en mesa, mientras compartíamos el sabroso desayuno preparado por la anfitriona, la mayoría retomó el hilo de la primera conversa que había quedado pendiente en el aire, sin concluir

Al final nos sentimos mejor, más liberadas de la primera emoción. Recapitulando, entendimos que si bien los recuerdos de su infancia nos abruman, felizmente, los hemos educado con amor para que volaran y fueran personas de bien e independientes. A Concretar lo que es su derecho, a seguir viviendo, a conquistar sus sueños porque jamás quisimos cortar sus alas. Prima la razón desde luego, pero el corazón es renuente a admitirlo.

Nos sentimos agradecidos con la vida, con Dios porque hoy los (las) vemos volar persiguiendo sus propias esperanzas y – recordamos- que en su momento estuvimos ahí para empujarles y apoyarles. Entendemos que no es el fin del mundo, solo es un cambio y todo cambio provoca ansiedad pero luego el tiempo todo lo transforma. Es necesario tener valor para dejarlos volar, aprender a abrazarlos a distancia, apoyar sus decisiones que están muy lejos de nosotros.

Fue así como terminamos, reconfortados de una reunión simpática, fructífera y relajante, gracias a nuestra amiga.

Y a ti, ¿qué canciones te traen recuerdos? ¿Me los cuentas?

¿UNA CANCION… UN RECUERDO?

 

“Ser madre significa que tu corazón ya no es tuyo, sino que deambula donde quiera que estén tus hijos.”

¿Nunca te ha ocurrido que cuando escuchas una canción, te evoca algún recuerdo?

Hoy me aflora en la memoria, varias que responden a distintos momentos de mi vida. Como madre, maestra, esposa, entre otras.

Hagamos memoria. ¿Te has dado cuenta que hay canciones que nos ponen sentimentales?, Te gustan sí, pero ¿te has preguntado por qué? Ocurre que algunas veces está, efectivamente, asociada a algún recuerdo que puede ser triste o alegre. No había reparado en ello si no es por mi pequeño Macolito  que un día me dice, ¿Por qué te gusta esa canción? No sabes ni quechua pero cuando la oyes te pones sentimental, ¿no estará atada con alguna parte de tu vida?

Vaya que me dejo pensando. Cierto, me dije ¿Por qué me gusta?… hurgaba en mi memoria hasta que de pronto, ¡zas! Me vino la imagen del momento al que estaba asociada. Era cuando mis enanos estaban pequeñitos, vivíamos por esos años en Cusco. Solíamos ir en las tardes a que jugaran a una explanada inmensa, llena de verdor, cerca al aeropuerto. En ese entonces, se escuchaba por la radio portátil que llevaba el público, una canción de una cantante local, estaría de moda porque lo pasaban a cada rato. Tanto…que se me quedó en la memoria. Y si pues, estaba “atada” a la primera infancia de mis dos hijos mayores.

canciónLa otra canción que me llena de melancolía y me hace sentir el dolor de su ausencia es un huayno que le gustaba y solía cantar mi esposo  “Una paloma, sobre una rama”. Tanto así que se la grabé en varias versiones para que la escuchara en su carro cuando iba al trabajo.  Por el momento no lo escucho porque el dolor sigue fresco. Quizá más adelante.

La otra es la canción es “Chiquitita” del grupo ABBA. Esta canción la asocio a mi etapa de maestra porque tenía la costumbre ( y todavía me queda) de llamar así a mis alumnas y exalumnas.. No “Chiquititas”, precisamente, sino, “Chiquitas”.

Hoy, sumo a mi lista, la canción religiosa “Una madre no se cansa de esperar” por un incidente que me ocurrió hace poco. Era el cumpleaños de una amiga quien nos invitó a tomar desayuno a un grupo de amigas, de las cuales, unas eran de su grupo de oración. La idea era primero rezar el rosario, luego el desayuno. Una forma personal de celebrarlo, desde luego, y uno confía que quienes nos acompañan, lo entiendan.

La líder del grupo de oración muy práctica, nos organizó de cómo se llevaría a cabo la lectura de los misterios del rosario y cómo los cánticos religiosos, desde las copias que nos había entregado antes. Todos participamos con entusiasmo contagiados por el calor de la amistad y la mañana hermosa que nos regalaba el día. Y antes de que nuestra amiga, la anfitriona, leyera el quinto misterio del rosario nos indicó la líder que teníamos que entonar la canción “Una madre no se cansa de esperar”. Así lo hicimos. Cantamos a voz en cuello repitiendo los diferentes estribillos de la canción y, de pronto… nos sentimos conmovidas (os) por la  letra de la canción. Sin temor a equivocarme, creo que todas teníamos un nudo en la garganta; queríamos resistirnos a las lágrimas, pero éstas rebeldes, pugnaban por salir. ¿Qué nos había ocurrido?

Algo simple. Todas éramos madres de familia, y como tal, nos sentimos identificadas con la letra y, de alguna manera, afloró en nosotras, el recuerdo de nuestros hijos (as) cuando les tocó estar lejos por distintas razones. Nos había llegado al alma y nos sentimos turbadas por el dolor de los recuerdos. Fue un momento único.

La dueña del santo tomó la palabra pues le tocaba a ella el último misterio y soltó las lágrimas con libertad. Habló su corazón, entre lágrimas recordó a la hija que había viajado a México para estudiar. Se quedó cinco largos años. Años que para ellos fue difícil como para todo padre o madre, cuando los sabemos lejos.

Me pareció un momento mágico. Ganadas por la emoción de las letras de la canción sumada a la remembranza de nuestra querida amiga, nos involucramos todas como madres y retrocedimos en el tiempo:

Solo “ayer” – nos decíamos- los “vimos” pequeños, (as), necesitados de nosotros, estaban en nuestro regazo con sus penas y sus llantos. Y hoy que están crecidos, adultos, igual – para nosotros no cuenta la edad-, estaremos pronto a cobijarlos en nuestro pecho cuando nos necesiten…

Fue así, que el recuerdo filial, nos había encogido el corazón de nostalgia. Luego, comentábamos en el desayuno, cómo nos removió el piso el hecho de haberlos visto crecer tan rápido, el que tomaran su propio camino, su independencia, con sus avatares, pero ¡aprendiendo!. Nos dolía porque el (la) pequeño (a) que fue ya no lo sería nunca más. Incluso nos lamentábamos, de cuántas veces nos habremos perdimos momentos de “su “ vida, azuzados entonces por el trabajo, las obligaciones que lamentablemente, a veces, no se podía obviar. Es ley de vida, la cabeza lo entiende, cierto, pero el corazón no, por eso se nos hace difícil olvidarlo.

¡Qué velocidad la de los pensamientos! ¿Verdad? En ese ínterin había corrido como caballo desbocado. Nos hizo rememorar imaginariamente a todas, nuestra “historia” de vida. Cuando terminó de hablar nuestra amiga, retomó la lectura del último misterio y todas suspiramos porque era el momento de regresar al presente.

Ya en mesa, mientras compartíamos el sabroso desayuno preparado por la anfitriona, la mayoría retomó el hilo de la primera conversa que había quedado pendiente en el aire, sin concluir

Al final nos sentimos mejor, más liberadas de la primera emoción. Recapitulando, entendimos que si bien los recuerdos de su infancia nos abruman, felizmente, los hemos educado con amor para que volaran y fueran personas de bien e independientes. A Concretar lo que es su derecho, a seguir viviendo, a conquistar sus sueños porque jamás quisimos cortar sus alas. Prima la razón desde luego, pero el corazón es renuente a admitirlo.

Nos sentimos agradecidos con la vida, con Dios porque hoy los (las) vemos volar persiguiendo sus propias esperanzas y – recordamos- que en su momento estuvimos ahí para empujarles y apoyarles. Entendemos que no es el fin del mundo, solo es un cambio y todo cambio provoca ansiedad pero luego el tiempo todo lo transforma. Es necesario tener valor para dejarlos volar, aprender a abrazarlos a distancia, apoyar sus decisiones que están muy lejos de nosotros.

Fue así como terminamos, reconfortados de una reunión simpática, fructífera y relajante, gracias a nuestra amiga.

Y a ti, ¿qué canciones te traen recuerdos? ¿Me los cuentas?

Ser Acomedido o Servicial

“El amor comienza cuando una persona siente que las necesidades de la otra persona son tan importantes como las suyas propias”. Stack Sullivan, Harry. 

Una de los grandes valores que se está perdiendo en los jóvenes (y los no tan jóvenes) hoy en día, es el ser acomedido. Acomedido es un americanismo, cuyo uso significa “ser servicial”. Comedido en cambio se considera como “cortés”.

Una persona acomedida no espera ser solicitado para auxiliar al otro cuando observa que necesita apoyo, sino que se ofrece con amabilidad a brindarlo o acude de inmediato a asistirlo. Puede ser en el hogar, en casa de familiares; o, en la de amistades de confianza.

No me negarán que sabemos a ciencia cierta que cuando tienes reuniones  numerosas en casa, ( no hablo de las fiestas grandes donde se suele contratar servicio de catering ) y tienes que batallar con varias cosas a la vez, una ayuda en el momento oportuno es bienvenida y por qué no, un alivio para la situación. Porque en casos así, suele ocurrir que el nerviosismo te traiciona cuando sientes que te gana el tiempo, el mundo se te viene encima. Puedo estar  equivocada pero me da la impresión que antes era mayor la generosidad para brindar cualquier tipo de ayuda, aunque aún – no lo niego – hay personas que mantienen ese espíritu solidario.

acomedidoLo que en contraste ocurre que hoy los padres no cultivan esa cualidad en los hijos (as) bien por desidia de los padres que se olvidan de inculcar este valor o por un exagerado amor “castrante” hacia los hijos. Deciden que  la “princesa” o “príncipe” no haga nada, pues tiene que abocarse a los estudios o hacer sus tareas ( como si antes no se estudiara o se hiciera tareas) He visto apenada en algunos hogares, donde las nietas casi señoritas están felices  tiradas en el sofá viendo la tele mientras la abuela o madre se “mata” cocinando o peleando con las ollas en la cocina. O los hay que prefieren salir fuera a comprar cosas, para evadir el apoyo y/ o las labores domésticas correspondientes a su hogar. Compra que bien pueden esperar otro momento pues no prima urgencia, pero … con tal de evitarlo, cualquier justificación es válida.  Pero ojo, que la ayuda es necesaria en diferentes ámbitos, no solo en la cocina. En el apoyo u orientación para las tareas escolares de sus menores hijos, en la enseñanza de su higiene , en el comportamiento de socialización con sus pares y otras más donde el apoyo de los padres es vital. Los valores, como todo el mundo lo sabe, se aprende en el hogar, y no con discursos morales, sino con el ejemplo vivo. Es la mejor enseñanza que les quedará. Si es en una fiesta, ayudando al anfitrión (a). En una mudanza, chequeando las cosas que se trasladan, verificando el ingreso, en fin, por mencionar algunos.

Hay trabajos domésticos en casa que son “invisibles” a los ojos cotidianos, como el tener la casa limpia, las camas tendidas, la ropa lavada, doblada y ordenada;  vajillas limpias,.etc . Pero la más atosigante es la cocina.  Bien. Probablemente algunas dirán, “ Ah pero eso se hace en un tris”. Si lo haces de vez en cuando, no lo dudo. Pero si es la rutina diaria … ¿Será realmente, una “felicidad”?  Hum… ¿por qué, si así fuera, muchas mujeres “huyen” de la cocina, pretextando mil circunstancias? Sería simpático hacer una encuesta y determinar si efectivamente lo es, ¿no lo creen?

Cada mañana veo en la tienda de abarrotes mujeres ingeniándoselas para que ver qué preparan en el día. Algo para pensarlo porque si no es grato al paladar de los comensales solo queda desecharlo. ¿Es justo?

Ahora bien, si cocinas en la grata compañía de una mano “acomedida” la rutina se hace menos tediosa porque aparte de la simpática compañía te distraes y relajas con la conversación. ¿O, no?

 

S O L E D A D

 “Estar solo porque se quiere, nunca es soledad. Soledad es estar solo sin quererlo.”
Hoy les hago llegar un recuerdo escrito hace años, cuando mis tres hijos viajaron fuera del país a realizar sus estudios de post grado y nos quedamos los tres viejos solos, mi padre, mi esposo y yo. Espero que me entiendan cómo se siente el dolor de la ausencia.   

                                                                                 Invierno del 2008.        

Soledad. Fuente inagotable de recuerdos y de esperanzas; esperanza que la próxima vez, cuando lleguen nuestros hijos a casa, este espacio gris y solitario, se inundará de luz en una confrontación de generaciones opuestas. Por un lado, la juventud llena de proyectos y expectativas, miedos y retos que deben rebasar diariamente; mientras, por otro lado, camino hacia la senilidad, los padres que nos quedamos en casa, sembramos suave melancolía por doquier aguardando con sólida esperanza sus logros.
Cuando tenemos a alguno de nuestros hijos que remontan cielos lejanos para estar unos días con nosotros, nuestra esencia se nutre con su presencia. Una sonrisa suya, una mirada, un abrazo al pasar, palabras de una conversación simple pero que demuestra atención hacia nosotros, es un breve obsequio de “su” valioso tiempo; parece mentira, pero hasta un simple saludo nos inunda de alegría. Es el aliciente que requerimos para seguir con optimismo los años que aún nos tocan por vivir.
Sus ausencias, en cambio, nos restringen del placer de abrazarlos, opaca la alegría, nos duele …pero entendemos perfectamente que ellos tienen que hacer “su” vida, lucharla fuera denodadamente, es parte de su crecimiento personal. Como bien decía mi padre, el abuelo Justo “es la ley de la vida”.
Cada madre siente la vida de un hijo, cualquiera fuera la edad que tenga, como presencia viva en sus entrañas. El hijo es quien le da sentido a su vida, de otro modo, siento que sin ellos mi corazón sería árido, desierto, vacío, inútil.
Me pregunto si fue buena idea que partieran en busca de sus sueños en un mundo lejano, extraño, exigente, casi cruel….solos, lejos de los suyos. Tratando de comulgar con ellos, nos hicimos partícipes de sus proyectos ( el amor de padres no puede ni debe ser mezquino) por eso los alentamos su padre y yo, para que le pusieran fuerza, energía, fe, entusiasmo hacia el logro de los mismos.
Y aquí estamos. Compartiendo a lo lejos sus vivencias, sufriendo y gozando con cada uno de sus momentos, esperando… esperando siempre el retorno, no importa si momentáneo o fugaz, que llenará tintineante nuestro lugar silencioso pues sabemos que vendrán esta vez, acompañados de voces nuevas, parlanchinas, risas frescas de nuestros nietos.  Soledad, no eres mala compañía mientras exista la esperanza.

                        En Familia   ( De “Poesías al viento”, Samuel Akinin Levy.)

images[4](…)
La tarde amenazaba frío,
la noche adelantaba su paso
y nos transportaba a una realidad
que las cosas no son estáticas
que los momentos alegres,
son escasos puntos en el cielo
al no mirar y ver detalles,
la felicidad se pierde, se escapa.
Por ello, hoy, pasar la página,
entre otras cosas quiero.
Quiero dejar grabado este placer,
este instante que disfruté
con mi familia, mis recuerdos
y con esto que desde hoy ya quiero

MI  PADRE

“¡Cuán grande riqueza es, aún entre los pobres, el ser hijo de buen padre!” (Juan Luis Vives)

¿Quién no recuerda a su padre? Creo que casi todos,  ¿verdad?. Pero lo triste es que a veces, algunos, lo valoran tarde, cuando ya no está con ellos.  En casa lo recordamos en algunos momentos por alguna frase que solía decir o alguna anécdota ocurrente que lo asociamos al momento.
Lo cierto es que él jugó un rol muy importante en nuestras vidas. Nos acompañó hasta el final cual ángel guardián,  pendiente de nosotros.
Mi padre, como en los cuentos infantiles, no tuvo una infancia feliz que digamos. Tuvo una madrastra que nunca lo quiso, le hizo la vida imposible en cuanta oportunidad encontraba a él y su hermana, hijos del primer matrimonio. El sufrimiento  precoz lo hizo  madurar a temprana edad, como es natural, e impuso seriedad en su vida diaria. Aunque me contaba que también, como todo niño, no dejaba de hacer algunas travesuras. Cuando se hizo joven, se enroló en la carrera militar e incluso fue combatiente en la Guerra del 41, del Perú contra el  Ecuador.  Como hombre sencillo que era, jamás reclamó en el tiempo reconocimiento alguno. Por eso fue una sorpresa para todos cuando le rindieron los honores de ley el día que lo enterraron, tales como el acompañamiento de escolta motorizada a lo largo de todo el trayecto del velatorio hasta el cementerio,  saludo militar   de una compañía de la policía al mando de un coronel, discurso protocolar como defensor de la patria,  toque de sirena, etc.

No obstante ser serio tenía momentos de chispazos de humor;  era severo en la disciplina aunque tuvo siempre un corazón generoso, abierto para brindar ayuda a cualquiera que lo necesitase.  “Hay que comprender a la gente, tú no sabes lo que es pasar necesidades”, me decía a modo de explicación, porque había gente que se aprovechaba de su bondad. Poco expresivo, manifestaba su afecto en acciones más que en palabras dulzonas y vacías. Si lo necesitabas, ahí estaba él. Nunca te fallaba.  Por mencionar un ejemplo, a mi esposo lo quiso como un hijo, le tenía listo el cafecito recién pasado todas las mañanas, aromático y sabrosón. En las noches, dejaba brillantes sus zapatos para que fuera al trabajo al día siguiente. A mis hijos, cuando los recogía del cole, les ayudaba con sus mochilas  para que sus nietos fueran libres, sin peso a casita. Solía llevarlos al cine, y les compraba golosinas cuando a mí nunca me lo permitió porque no lo consideraba bueno para la salud. “Los nietos lo amansan a uno” solía decir. ¡Cómo las cosas cambian con el tiempo!
Lo recuerdo fuerte, con una salud de hierro y una moral intachable, jamás le conocí una mentira  o algún acto deshonesto. Honrado a rabiar, fiel a la memoria de mi madre, la única mujer a quien amó , cuando quedó viudo, jamás se volvió a casar ni le conocí novia alguna a pesar de quedar viudo relativamente joven y era  guapo. A partir de entonces fue para mí, padre y madre a conciencia.
Pero ustedes saben que no en vano pasan los años y con el tiempo, hasta un roble fuerte puede hacerse débil, pues lo mismo ocurrió con él.  Imagínense, verlo con sus 98 años ganar en agilidad y velocidad a muchos ancianos más jóvenes que él, cuando hacía su gimnasia terapéutica en el Policlínico. ¡Uff!  Tenía una memoria fabulosa,  era un lector empedernido hasta casi perder la vista y amante de las flores pues le gustaba sentarse en el jardín y contemplarlas y también amaba a los animales.  En el parque de nuestra nueva casa se preocupaba de que compráramos trigo fino para “sus” palomas  que ya lo conocían. Aunque no lo crean, ellas si lo seguían volando a lo largo del parque en su caminata; cuando  ya se sentaba en la banca , tranquilas  esperaban y se acercaban todas frescas a recibir su ración de trigo.   Él las contemplaba   contando cuántas más habían venido  ese día y sonreía  feliz cuando alguien imitaba su ejemplo y traía comida para las aves,  decía  “no van a estar solas cuando yo les falte un día”.

Pájusto (Small)Pero la vida no es eterna, ¿cierto? Es un camino largo que todos recorremos  y que tiene un lugar de llegada, el del descanso  final. Así pues, se nos fue un 11 de febrero, él ya está descansando, recorriendo feliz  aquellos lugares nuevos que le faltó conocer,  porque me faltó decirles que  le encantaba viajar. Y qué recuerdos tienes del tuyo?