“Si no moderas tu orgullo, será tu peor castigo” Dante Alighieri
Orgullo: Es un sentido de satisfacción. Un sentimiento interno de valía personal, que si es moderado, es sano y puede ser disimulado.
Arrogancia: es la demostración explícita y sin tapujos de un sentimiento de superioridad (autocomplaciente). El soberbio no admite ser menos que nadie. Es la convicción interna de creerse más que los demás. Soberbia (del latín superbia) y orgullo (del francés orgueil), no son exactamente lo mismo. La soberbia es la demostración abierta y desenfadada de creerse superior e incluso de vanagloriarse a sí mismo sin cargo de conciencia.
El Psicólogo Gastón Gandolfi (argentino) postula que “los pacientes afectados por baja auto estima albergan en forma velada para su vida consciente una suerte de soberbia oculta.” Algo así como un complejo de inferioridad no aceptado o superado y obviamente, resaltarán aquellas cualidades en las que sobresale.
El concepto de orgullo hace referencia a una emoción muy determinada por factores y valores sociales aprendidos. Además, tiene una doble vertiente: por un lado, el orgullo puede ser considerado una emoción positiva, un signo de buena autoestima. Por ejemplo, el que se siente por los logros de los hijos, del esposo, de nosotros mismos después de un arduo trabajo. En tal sentido puedo agregar que nunca debemos mezquinar un reconocimiento justo, un elogio al éxito conseguido por otro. Aunque no necesariamente fuera lo máximo obtenido pero si es válido reconocer el esfuerzo desplegado. Me queda en el recuerdo el de un padre de familia cuyo hijo siempre desaprobaba en Matemáticas, no podía pagar a un profesor que lo ayudara ni él mismo tenía tiempo. El niño se apoyaba en uno de sus amigos y compañero de aula. Cuando logró obtener una nota aprobatoria de 12, el padre arrojó la libreta indignado, “Solo esto has logrado?” recriminó. Hay palabras que hieren o “matan” a una persona, ¿verdad?
Recuerdo también que perdí a una excelente amiga de primaria, muy linda y buena llamada Margot. Nos peleamos por una tonterìa de chiquillas y nos enemistamos. Ambas no querìamos ceder ante nuestro orgullo exacerbado y nos alejamos. Siempre lo lamentè.
Y como faceta negativa del orgullo, cuando esta emoción nos ciega y se convierte en arrogancia que nos genera conflictos emocionales pues nos hace ciegos ante nuestras propias responsabilidades, nos impide ver los errores que cometemos ya que quedan escondidas bajo el peso de la soberbia por ende no aceptamos críticas pues no queremos reconocerlo. Y lo irónico de esta situaciòn es que el orgulloso no es consciente de que lo es. Suele ser inflexible. Esta actitud los pone casi siempre en confrontaciòn y pueda que en el fondo, sientan inseguridad o hayan sido afectados por algo. El mundo interno del hombre es un misterio.
La pregunta es, ¿qué hay detrás de ese orgullo? No nos olvidemos que para tratar de comprender a los demás, intentemos “ponernos en sus zapatos” para evitar la ligereza en nuestras apreciaciones.
Para eliminar este tipo de conducta motivada por el orgullo, es necesario llegar al autoconocimiento y tratar de buscar seguridad en nosotros mismos. Es necesario ser honestos y enfrentarnos a nuestras propias faltas para poder cambiar aquellas actitudes que no nos benefician y que pueden llevarnos al arrepentimiento de nuestras decisiones dictadas por esta emoción.
Despleguemos un gran esfuerzo de parte nuestra, comenzar por aprender a perdonar y a pedir perdón con sinceridad, a compartir lo mejor de uno mismo y tratar de ser empáticos. Para entender a los otros tan solo imaginemos ponernos en su situación. Ello nos permitirá comprender que ni ellos ni nosotros, ni los que nos rodean, somos seres perfectos. Incluso nos ayudará a dejar de lado la actitud de soberbia que lo único que acarrea es frustración. Llegar a este estado de tranquilidad emocional nos favorecerá en muchos sentidos, vivir en armonía, no generar anticuerpos, ser más amable con los demás, entre otros.
Para terminar, ¿Recuerdas alguna anécdota donde predominó tu orgullo?¿ Cómo terminó?