LOS  PREJUICIOS

Nunca podemos juzgar la vida de los demás, porque cada uno conoce sólo su propio dolor y renuncia”. Paulo Coelho

El prejuicio es un pésimo disfraz de la ignorancia.

Hoy quiero comenzar contándoles una anécdota ocurrida hace poco cuando recién me trasladaba a mi nuevo vecindario. En el edificio donde vivo actualmente, contábamos con el servicio de vigilancia de un joven venezolano que trabajaba doce horas. Educado, limpio, cortés, presto a brindar ayuda con cualquiera que lo necesitara.

Frases para los que juzgan sin saber

No obstante, lo cierto es que a veces uno no suele “caer bien” a todos. Una vecina que anteriormente había formado parte de la antigua directiva en la Junta de Vecinos, emitió algunas críticas contra el joven en la reunión de este año que nos convocaron para elegir a la nueva directiva. Una de sus conocidas, vecina también, le arguyó “Pero a ti, nada de lo que haga José te parece bien”.

En el año anterior (2022) – según contaron los propios vecinos- esta misma señora había objetado con razón o no  varias acciones de José. Sin embargo, a los pocos meses de integrar la directiva, renunció y parece que las aguas volvieron a su cauce. Empero, para este año, dicha vecina aceptó ser la presidenta de nuestra Junta de Vecinos porque, valgan verdades, asumirlo requiere de buena inversión de tiempo. Obviamente, contra lo esperado, se renovó la guerra declarada de parte suya.

Por ejemplo, en la primera reunión de vecinos (a la que asistí acompañada de mi hijo mayor) se acordó por unanimidad, aumentarle el sueldo al vigilante porque lo que percibía era bajo. No obstante, al día siguiente, la presidenta con dos integrantes de la directiva se arrogaron (sin previa consulta con los vecinos) la decisión de anunciar a José que como no alcanzaba para aumentarle el sueldo tal como se había acordado en la reunión, se le rebajaría el sueldo, con ciertos cambios adicionales: que trabajara algunos feriados canjeándolo por su día libre, así se deslindaba con el pago que por ley le correspondía. Además, le conminaban a una respuesta inmediata frente a esta inesperada proposición. Naturalmente, el joven pidió el plazo mínimo de un día para dar una respuesta. Contrario a lo acordado, esa misma noche sin el menor respeto, la presidenta le notificaba por whatsap que como no había respuesta ya estaba entrevistando postulantes para el puesto. Lógicamente el joven vigilante lo consideró como un despido intempestivo. Al día siguiente nos convocó a los vecinos del edificio a una reunión para informarnos su decisión frente a lo acaecido.  Era su renuncia definitiva al trabajo, porque aparte de la reducción del sueldo y días extras (feriados) que tenía que trabajar sin percibir pago adicional sumado al clima social hostil hacía asfixiante e imposible su continuidad en el servicio.

Algunos vecinos consideraron la posibilidad de un aumento, aunque honestamente con la anterior trastada que ya le habían hecho, eran promesas fútiles. La mentira -está demostrado – devalúa la palabra. Con pena los vecinos que le teníamos simpatía, entendimos sus razones y aceptamos su renuncia. Aún me pregunto, ¿Qué razones tuvo la señora para tenerle tal inquina a José? Nunca lo sabré…

¿Por qué somos tan ligeros en opinar sobre los demás y a veces, hasta crueles para juzgar? Lo triste es que muchas de las apreciaciones suelen estar basados en ciertos prejuicios previos que uno tiene que pueden ser de antipatía, animadversión gratuita o simplemente por algún detalle captado al vuelo, sin saber en realidad los problemas que esa persona pueda estar pasando o lo que “guarda” en su mundo interno que lo hace actuar de tal o cual manera.. ¿Me equivoco?

¿Recuerdan las declaraciones torpes y deplorables del ex Ministro de Educación Oscar Becerra sobre la mujer andina? Gratuita, ofensiva, desacertada y racista. ¿Basadas en qué?

Y lo realmente lamentable es que nuestra opinión puede ser errónea pues no siempre responde a un criterio sereno, razonable. Sucede que las personas nos juzgan y nosotros también juzgamos invirtiendo más tiempo en ello que en aprender a reconocer con honestidad nuestras propias falencias. Cuando juzgamos ya emitimos un juicio de valor más de las veces, desfavorable. Tratemos de ser sensatos antes de pecar de “ligeros”. Recordemos que cada persona tiene una historia y una justificación para ser tal como es. Además, respetemos la decisión ajena, porque, ¿quiénes somos nosotros para condenar a tal o cual persona? Basado en qué criterio? Simplemente ninguno. Seamos justos, tratemos de ser empáticos, veamos a las personas y situaciones como lo son en toda su complejidad.

Procuremos vivir en armonía, tratemos a los demás como nos gustaría que nos traten, 1ra regla básica de socialización. Evitemos extraer conclusiones rápidas al conocer grupos de gente nueva. Favorezcamos la comprensión. Antes de juzgar, seamos conscientes de nuestros prejuicios y asumámoslo con una actitud crítica. ¿No lo creen?

¿NOS COMUNICAMOS EFICAZMENTE?

“La comunicación honesta está construida en la verdad e integridad y en el respeto del uno por el otro” Benjamin E. Mays         

Hace una semana, en la actuación por el Día  de la Madre, uno de mis compañeros del taller en el que participamos estaba irritado,  fastidiado porque en ese momento se presentaba el grupo de Danzas Internacionales con el baile de la cueca chilena. Mi amigo cuestionaba sobre el baile de esa danza porque – según él – era conocido por todos de cómo éramos tratados por los chilenos en su país. Comenté que esa rencilla histórica estaba fuera de contexto en ese momento, que el arte no tiene fronteras y el hecho de bailarla no implicaba ser menos peruano. Pero estaba tan “cerrado” en su opinión que no quiso escuchar razones.

Pocas horas después, nuestra encantadora animadora invitó al público para que se acercaran a ver la exposición de los otros talleres en los derredores de la pérgola, tales como Fotografía, Ciberdiálogo, Repostería, Manualidades, etc. La locutora estaba muy cerca de modo que mi amigo insistente aprovechó para reconvenirla de que había mencionado a todos, menos al Taller de Cajón (con el que estábamos participando). La señora explicó que la invitación era para que apreciaran el trabajo de quienes no habían salido a actuar. Y Ricardo, mi compañero al parecer no la escuchaba, no la entendía o estaba simplemente empecinado en una idea fija: “se olvidaron del taller de Cajón”.

De regreso a casa me quedé pensando, ¿Por qué a veces los seres humanos no nos entendemos? ¿Qué pasa con nuestra comunicación?

¿Qué tanto esfuerzo hacemos realmente para escuchar al que nos habla y comprender lo que nos quieren transmitir?

Pensemos un momento. Si en  una conversación cualquiera el oyente está distraído, se dice “atento” pero chatea por celular, está “abstraído” en sus problemas; o simplemente es testarudo con sus ideas, ¿entenderá lo que se le dice? ¿Habrá comunicación? ¿No creen que es un diálogo por demás inútil porque no hay voluntad y ni atención de una de las partes? Obviamente que no.

¿Cuándo una comunicación es efectiva? Cuando ambos utilizan el mismo código, descifran el mismo significado del mensaje de modo que éste queda claro y no hay confusión o equívoco alguno.

Entiendo que debe haber condiciones previas, el emisor debe ser claro, sencillo y breve en la exposición de sus ideas; y el receptor, escuchar con voluntad (es decir, prestar atención sin interrumpir) sin distracciones que diluyan la atención.. Ahora bien, sea cual fuere las palabras que usemos deben se dichas con tino y respeto; incluso cuenta el tono de voz que debe ser moderado. Evitemos el grito, uso de términos gruesos, ofensivos, que desdicen un diálogo. Tratemos de empatizar para comprendernos mejor (ponerse en el zapato del otro). Vivamos en armonía en lo posible y pongamos mucho de nuestra parte para comenzar.

Finalizada la actuación de la institución, nos reunimos los integrantes del Taller de Cajón. Contentos con nuestro desempeño intercambiamos ideas sobre el mismo, compartimos criterios y aclaramos algunas dudas en una tertulia de excelente confraternidad. Obviamente, mi compañero que estaba enfurruñado inicialmente, cambió de estado de ánimo, y estuvo contento.

Sin duda, cuando hay empatía, suficiente voluntad entre los dialogantes todo es posible, pues “Donde hay voluntad, hay un camino”. ¿Me equivoco?

              

TIEMPO  DE  CAMBIAR

“Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu permiso”. Eleanor Roosevelt.

Al ver hace poco un programa de televisión local, reparé que habían convocado a una actriz de la que un año antes habían hecho escarnio casi todos los diarios faranduleros y algunos canales de televisión (incluyendo el que la convocaba, donde la desaforaron de los programas en las que participaba). A la mayoría de estos canales les interesa ganar raiting a costa de lo que fuere, sin respeto por la persona. ¿Ustedes creen que dieron justificación alguna del desaforo de la actriz?

Lo curioso es que son los primeros en provocar el escándalo divulgándolo sin contemplaciones, ni respeto por el mundo privado de la persona y, si estos chismes, afectan o no a terceros. Su “investigación” se sustenta en los diarios de chismes y/ o en la opinión de terceros y su defensa, es que: “como son personajes públicos”…

Algunos meses después en el mismo canal hubo otro incidente semejante aunque más escandaloso. Esta vez el personaje “en falta” era un varón con agravantes mayores pues “olvidó” el respeto por su familia (esposa e hijos) en un jolgorio grupal, con personal de su programa.

¿Cuál creen que fue la actitud del canal seudo “moralista” que “lapìdó” un año antes a la actriz despidiéndola de los programas en donde trabajaba? Me refiero aquella víctima a la que nadie defendió pues todas las “voces “denigrantes se unieron al oprobio sin tomar en cuenta el sufrimiento humano que tal situación pudo generar. Fue en verdad, una ignominia.

¿Fue por su condición de mujer?

Para el varón comprometido, en esta oportunidad, cierto que hubo algo de escándalo inicial pero no hubo desaforo del canal (a diferencia del caso anterior). Ningún programa se acordó que era un personaje “público”.  Fue tratado hasta cierto punto con “guantes de seda” por la diferencia abismal en la respuesta del canal hacia ambos personajes “públicos”. Desde luego, como se comprenderá, no hubo ninguna sanción para el animador quien trabaja todas las noches.  Es más, le concedieron “permiso” por cuatro días por la “difícil situación” que estaba atravesando. ¿Y acaso la actriz no pasó por lo mismo?

Por supuesto que solo menciono un ejemplo. Es probable que ustedes conozcan otros casos que se publican en los diarios, noticieros de la Tv, la radio etc.

¿Se han detenido a observar, pensar, de quién se hace más “leña” en nuestro país no solo en cuanto a género?  

Con una visión crítica de la situación, este tipo de actitud podría ser tolerado en una sociedad donde la libertad de la mujer sigue restringida como ocurre en más de 178 países donde siguen las barreras legales contra la mujer, (Islandia, Afganistán, India, China, por señalar algunos).; pero en una sociedad como la nuestra que supuestamente es más “actualizada”, con mayor libertad, lo cierto es que aún es delimitada, escatimada, aunque algunos no lo crean. Obviamente, todavía falta bastante por mejorar. ¿Se debe tal vez a que seguimos con el lastre del pensamiento patriarcal o machista de siglos pasados afincado solapadamente en nuestra sociedad, incluso en la mentalidad de muchos hogares y de un buen porcentaje de mujeres? Aunque actualmente – en un reconocimiento equitativo – tampoco pintemos al total del género femenino como débiles e indefensas. Todo evoluciona con el tiempo y por lo mismo, se notan los cambios. Miren en su rededor, lean los diarios, etc. Algunas incluso han invertido los papeles con exageración.  

Hagamos un recuento a grosso modo de situaciones de maltrato laboral, social y/ o de ataques físicos o sexuales (abiertos o disimulados, pero agresión al fin)  incluso de muerte que sufren muchas mujeres en su hogar, relaciones de pareja, trabajo o movilidad social (metros o buses) y que no siempre son denunciados por miedo, vergüenza, dependencia económica o también por falta de fe en nuestra justicia pues muchas veces el atacante no recibe la condena que realmente merece; o, estos casos no son atendidos  como debieran. Incluso el razonable apoyo honesto que se espera y comience a partir de la jerarquía de la empresa o institución donde se labora es nulo ni siquiera cuando son denunciados. Y peor aún si el agresor desempeña un alto cargo y la víctima es una persona dependiente y de condición modesta, entonces emerge “soterrada” la discriminación social, racial; de género y en ocasiones llega a la indiferencia (a estas alturas de nuestra sociedad “moderna”) absoluta que los vuelve “ciegos” porque simplemente no quieren “complicarse” la vida. Más gravitante es en los casos de instituciones militares y/o religiosos, donde se “unen” por un mal entendido “espíritu de cuerpo” para evitar el escándalo de la institución. Existen otros casos reales donde se “arreglan” con pagos pecuniarios el “silencio” de la víctima. En fin…

Gracias a una nueva corriente de pensamiento surgida hace muchos años (1848, Nueva York EEUU), llámese Feminismo, Liberación Femenina que favoreció a que la mujer tuviera acceso a la educación, formación profesional, pudiera ejercer el voto como ciudadana, a ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, la protección a sus derechos sexuales y reproductivos, a la no discriminación laboral entre otros. Lo que actualmente coadyuva esta situación de marginación y/o desigualdad en la mujer, es la segregación profesional, clase, etnia, edad, escaso acceso a la tecnología, al mundo cibernético ( en la pandemia fue notorio la participación de escolares varones más que niñas  en la zonas marginales, rurales andinas ). Súmese a lo anterior, los estereotipos vigentes, costumbres e incluso las presiones de ciertas creencias religiosas fundamentalistas,  donde las mujeres carecen de libertad, y muchos obstáculos más que la dificultan.

Frente a este panorama todavía sombrío, seamos observadores realistas, de la sociedad, sin ideologías de ningún tipo que lo obnubilen. Es cierto que antaño los roles de hombre y mujer eran “típificadas” como “propio” de cada género pero hoy en día esas ideas quedaron obsoletas. Repito que toda evolución trae cambios. Hoy por hoy, en los hogares donde impera el amor, respeto entre los integrantes que la conforman, se asumen los cambios sin fatalismos, ni sentimientos de inferioridad cuando se comparte el trabajo doméstico entre todos. Desde luego, excepción hecha de aquellos hogares que cuentan con la facilidad del servicio doméstico. O, donde todavía  se privilegia  – no obstante el tiempo actual – la idea patriarcal o machista. Es fácil adivinar quién “carga” con todo el trabajo. Pregunto, si todo cambia, evoluciona, obviamente, ¿por qué no nuestra mentalidad también.?

Confiemos en que algún día la humanidad llegue a un punto de evolución lo suficiente para que todo antecedente (pasado) oscuro no forme más parte del futuro.

Así, pues, en resumen, es tarea de todos (madres, esposas) erradicar las ideas machistas, comenzando por los padres. que cuidan de la educación y los ejemplos que  transmiten pues son ejemplo vivo y formadores del ciudadano.. Del respeto que el padre tenga por la madre y esposa, hogar y familia. Y la madre, enseñando a los hijos (varones y mujeres por igual) que la cooperación es la base importante  en la atención del hogar, limpieza, orden, cocina etc pues a entender que debe ser tarea compartida. El trabajo doméstico es cansado, rutinario, atosigante e incluso, estresante porque sabemos que no es lo único que desempeña, (la madre o el padre que lo asume) pues muchos trabajan presencial o virtual mientras atienden otros quehaceres. He escuchado voces quejosas de madres, padres e incluso abuelas pero no ponen coto a la situación por una idea equívoca de lo que comprenden por “amor”. ¿No creen que es una situación segregacionista e injusta para quien la “carga”?

Entonces, ¿por qué no hacer un cuadro de colaboración familiar entre los integrantes, (según el tiempo, disponibilidad y posibilidad de cada miembro)? Así nadie se perjudica y la casa sería un modelo de armonía familiar, orden y limpieza. ¿No es lo más equitativo? Recordemos que los valores se enseñan ¡en vivo! Para finalizar, el día que la mujer sepa defender sus derechos en toda circunstancia con conocimiento de causa, que respete también el derecho de los demás; que eleve su voz de protesta ante el atropello y la inmoralidad, que apoye causas justas sin importar género. El día que se eliminen en la sociedad, en la religión, los prejuicios y las limitaciones de todo orden y pueda gozar de iguales derechos, que no sufra más agresión sexual y se  erradique la misoginia del sistema de todo el mundo,… tal vez entonces podríamos estar hablando de una sociedad justa y más equitativa sin diferencias de género.

UN CANTO A LA AMISTAD

“Las amigas como tú son las que hacen que la Amistad tenga un significado especial”.

La vida es un acontecimiento que tenemos el privilegio de disfrutar. Desde luego que hay diferentes perspectivas para apreciarla y disfrutarla. Pero quien la estime de manera sencilla, probablemente tendrá una dicha mayor y nadie podrá robarle la alegría de vivir.

Cuando la pandemia afectó por largo tiempo tuvo efectos nocivos en la salud de muchas personas. Más gravitante fue en personas que no salían por un cuidado extremo o porque vivían en soledad (por diversas razones). Produjo, como es de conocimiento general, estrés, aislamiento, ansiedad, desarrollo de algunas enfermedades, etc.

Felizmente, transcurrido el tiempo, aplicadas las vacunas correspondientes, las personas empezaron a “sacudirse” del marasmo en que se habían sumido. Recobraron parte de su energía y con ello las ganas de vivir. Trataron de reacomodarse a la nueva situación. Algunos salían al principio con cierto temor a respirar algo de aire puro en los parques, a encontrarse con los familiares más cercanos; otros, con más confianza, empezaron a viajar dentro y fuera del país.

Tal fue mi caso. Me llegó una invitación tentadora cuando yo “despertaba” de un letargo de dolencias; por otra parte, era la última fecha para validar mi pasaje (ida y vuelta) comprado hacía año y medio atrás (2020) para asistir a la boda de Liz, hija menor de mi amiga Yola, pero no lo realizamos debido a la pandemia. Felizmente, Yola pudo visitar a su engreída al año siguiente.

Cuando al año siguiente, mi amiga me renueva la invitación me encontraba indecisa, un poco por razones de salud y otro tanto por cobardía —lo confieso pues nunca antes había viajado sola, siempre lo había hecho acompañada de mi esposo—. Así que, cuando Yola me volvió a hacer la invitación, sentí el hecho de aceptar como un reto difícil. Incluso estando ya en el aeropuerto acompañada de mi hijo Pepe quien me embarcaba asegurándose que todo estuviera bien (tenía las maletas, el pasaje, todo listo…), seguía indecisa. Fue un detalle anecdótico, simple, el que me hizo recapacitar. Desde el ventanal de la cafetería donde nos encontrábamos con mi hijo, atisbé a lo lejos con curiosidad la partida de personas con sus mascotas y estos animalitos iban felices sin saber qué les deparaba en el otro destino. Esta coyuntura me hizo reflexionar: la vida me ofrecía: un “regalo” con el que era premiada (una venturosa invitación, la oportunidad de conocer otro país, una excelente amiga que me esperaba al otro lado del mundo con su linda familia). No saber aquilatar esta circunstancia y la atractiva oferta… era realmente imperdonable. Así que torné a mi realidad de un “sacudón”, deseché el miedo, emití una sonrisa amplia a la vida y, agradecida con Dios por la circunstancia, me decidí.

Cuando llegué a Miami, mi amiga Yola, o Yolita como la llamo con cariño, acompañada de su guapa hija y yerno, me esperaban en el aeropuerto con un obsequio de bienvenida. Fue grato verlos y un alivio ver personas conocidas y que quiero, en un país extraño para mí. Son una familia amorosa pues esa misma tarde de mi llegada —como un gesto simpático— hicimos un recorrido para avistar el Océano Atlántico y los inmensos cruceros que estaban aparcados e inmovilizados en el muelle por la pandemia. Eran impresionantes, descomunales, hermosos. Antes los había visto solo en el cine.

Los días transcurridos fueron placenteros, de pleno descanso (al menos, para mi amiga y yo) entretenido y exploratorio. El tiempo transcurrió entre paseos a lugares turísticos que su linda hija Liz nos llevaba en sus días libres, pues trabaja duro en un hotel de cinco estrellas donde ocupa un alto cargo con suma responsabilidad, óptimo desempeño, excelente manejo administrativo y carisma no obstante ser bastante joven.

Cuando no era así, íbamos con Yola a visitar lugares cercanos como aventureras aunque Liz toda amorosa y prevenida nos instaló en el celular GPS, (para orientarnos), Beat (para movilizarnos en taxi) y ambas contábamos con una tarjeta de crédito. Estábamos preparadas para cualquier eventualidad.

Otras veces nos íbamos de compras o a curiosear novedades por las tiendas cercanas a la casa. Generalmente estábamos en movimiento para quemar energías; la caminata era nuestro deporte favorito así como el baile. Cuando nuestras salidas eran “largas” y se nos hacía tarde para cocinar nos íbamos a un chifa buffet cercano a la casa al que le cogimos gusto, además ya casi éramos caseritas. En otras circunstancias, cocinábamos en casa experimentando novedades, mismas chefs, o aprendiendo una de la otra las variantes en la preparación de tal o cual plato. Ambas amamos la música, de modo que la escuchábamos, y a través de ella, recordábamos aquellos ausentes que dejaron huella y nos poníamos sentimentales, recordándolos. Pero, reaccionando para evitar la nostalgia, algunas mañanas o tardes, retozábamos con alegría al compás del grupo musical “Agua Marina” del cual desde entonces –gracias a Yola- me volví hincha. Continuamente recorríamos el condominio (lugar tranquilo, con amplias áreas verdes, lagunas, piscina). Allí te podías topar con iguanas de todo tamaño y color, lagartijas (a una que nos visitó por largo tiempo en casa la llamamos “Camila”), garzas blancas hermosas y dos variedades de patos. La que más hacía sufrir a mi amiga, era la común (negra con pico rojo) pues varias de ellas como madres, fracasaban: se morían o se accidentaban sus tiernos retoños en sus paseos habituales, sin que nadie pudiera brindarles ayuda.

La señora pata con sus crías

Una tarde nos conmovimos por un pequeñín que buscaba desesperado a su madre, seguía a otras patas y éstas le pegaban. El pobre, no sabía a dónde ir. Lo levantamos conmovidas y lo adoptamos por una noche. Alberto, esposo de Liz, todo amoroso le preparó una caja donde dormir, un suave y mullido nido, comida, agua y un foco permanente para que lo mantuviera abrigado. “Moisés” durmió feliz esa noche. Lo bautizamos así porque fue salvado de las aguas del infortunio. Al día siguiente fuimos a ubicar a su madre lo acercamos junto al que creíamos su hermanito (estaba prohibido “adoptar” en el condominio) y lo dejamos algo más tranquilas…. Cuando a los días fuimos a chequear cómo le iba. No estaban ni él ni su hermanito y la pata seguía empollando a otros que faltaba nacer. No los volvimos a ver. Fue una pérdida lamentable. Todos quedamos desconsolados. Yola lloró.

A diferencia el primer grupo donde el macho solo se aparea y deja a la madre sola el cuidado de los retoños descubrimos otro tipo de patos, de hermoso plumaje y monógamos. En este caso, la pareja protege al retoño y procrea solo dos crías, a diferencia de los otros. Con ellos no había problema pues eran buenos padres.

Cellebrando el cumpleañoss de Albert.

En ese ir y venir, fueron corriendo los días hasta que llegó el momento de mi regreso. Fueron días inolvidables pues quedaron guardados en mi corazón.

Amo la vida sencilla y más aún convivir con personas a quienes quiero y admiro por todo lo que son y siempre me brindaron ayuda, orientación (como Liz que prácticamente me hizo el trámite para obtener la visa a EEUU, el cambio de fecha en mi pasaje para mi viaje con asistencia y todo), con generosidad y desprendimiento Aprecio mucho todos los gestos que tuvieron para conmigo.

Lo paradójico fue que dos días antes de mi viaje se me ocurre recién revisar los requisitos para la partida y descubro que tenía que tener la prueba molecular o PCR . Con Yolita, mi apoyo constante, tuvimos que buscar por internet dónde. Ambas “chamuscábamos” el inglés pero nos defendíamos bien y salíamos de apuros. Incluso ya en el aeropuerto no aceptaron la copia del documento que necesitaba presentar (estaba incompleto en el whatsap de mi celular) y no me dejaban registrar mi equipaje para partir. Con mi amiga nos preguntábamos preocupadas, ¿y …ahora? Esta vez me auxilió Albert, el esposo de Liz, que tuvo la amabilidad de llevarme al aeropuerto. Linda familia sin duda. Nos dimos un fuerte abrazo y partí.

La despedida con una sabrosa comida peruana

No puedo cerrar el texto sin rescatar una vez más, el valor de la amistad. Una buena amistad es una joya inapreciable difícil de encontrar, comparte los gratos momentos; te apoya en los malos, te acompaña en la soledad hasta resana heridas que benefician tu salud emocional y física. Brindan un amor incondicional. Suman nuestra felicidad y reducen el estrés. Con franqueza te hacen reconocer tus defectos para tratar de enmendarlos.

Bien dice Yolita, las buenas amigas son las hermanas que tú escoges. Me siento agradecida a Dios porque tengo el privilegio de contar con muy buenas amigas, desde compañeras del cole, universidad, trabajo, talleres compartidos e incluso mis lindas ex alumnas que hoy son mis grandes amigas.

Querida Yolita y Liz, me han enseñado que en la vida siempre es importante sonreír para ser feliz: Gracias por compartir conmigo su tiempo y amistad. Es mi mayor tesoro pues no olvido todas las aventuras que vivimos juntas.

Mi cariño no tiene fondo. Gracias.

FOTOS Y RECUERDOS

Hay recuerdos que nunca se borran; y personas que nunca se olvidan”.

Hoy, revisando mis archivos en la computadora y ordenando una vez más las fotos —mi pasatiempo favorito—, clasificándolas por años, momentos compartidos con mis hijos de pequeños, de jóvenes y ya adultos; otros, con la familia, los amigos, encontré una colección de fotos desde cuando todos los abuelos de entonces (primera generación en nuestro árbol genealógico tanto paterno y materno) estaban vivos, fortachones y con la quimera de una tercera juventud en ciernes.

No olvido que teníamos una vieja costumbre (para mí, emotiva y atractiva), como las reuniones realizadas en casa de má Justita, (mi suegra). O los paseos disfrutados en familia con participación activa ya de la 2da generación, los hermanos y cuñados con hijos todavía pequeños (los primos hermanos, que serían la 3era generación). La ausencia de má nos dejó un hondo vacío difícil de llenar. Sin embargo no faltó un corazón bondadoso como el de mi siempre admirada y querida cuñada Lita, quien asumió el rol y tomó la posta dejada por má. La primera convocatoria fue de consulta y consenso para continuar con las reuniones familiares que tuvo aprobación unánime. Una etapa inolvidable… Así estábamos continuando hasta que cayó Lucho enfermo y falleció. Fue otro tiempo de dolor y silencio. Pocos meses después, nos dejó Beto allí en Huancayo.

Con el tiempo, mientras seguíamos “curando” el dolor de la pérdida, hubo un esfuerzo supremo de retomar la costumbre más pensando en no perder la unión familiar e ir resanando las heridas en conjunto. Este nuevo intento fue fallido pues nos cayó la pandemia que obligó una vez más a revertirnos en el silencio y en la intimidad familiar, en espera de que pronto cambiaran las cosas. Esperanza inútil porque aún a dos años transcurridos… sigue vigente mutando cada vez más en nuevas “olas”.

Al contemplar la imagen de las diferentes fotografías  —asumo que a todos nos sucede—, los recuerdos vívidamente afloran en la memoria y uno, sin querer queriendo, como diría El Chavo, siente nostalgia del pasado y rescata remembranzas algo olvidadas. ¿Les ha sucedido?

Ocurre que un retrato contemplado da lugar  —sin parecerlo— a un proceso intelectual: pensar, rememorar, reflexionar sobre el entorno y los acontecimientos ocurridos e incluso comparar con otras situaciones. Una vez más, retornan las conexiones emotivas, bien de alegría, esperanza, pesadumbre, melancolía entre otras, contemplamos imágenes que por el tiempo transcurrido “ya dejó de ser”

No obstante, muchas de ellas dejan mensajes colectivos como las fotos del álbum familiar, amical, fotos documentales etc. cuyo aporte llegado el caso, puede ser social e histórico.

Lo cierto es que hoy en día, con la modernidad, hasta la forma de tomar fotos ha variado totalmente. Inicialmente era con fotógrafos profesionales contratados, cuyo desarrollo demoraba más; las fotos eran más formales, había que arreglarse con seriedad y posar circunspectos. Se acostumbraba guardar las fotos en álbumes. Hoy en día, se facilitan mucho las cosas. Puedes tomar instantáneas, sin previa pose o formalidad, más naturales  —desde luego— y espontáneas. Incluso, tus archivos se cargan con tantas fotos en el celular que las cámaras (muy buenas por cierto) ya están quedando para el recuerdo como los hermosos discos de vinilo de antaño. No necesitas posar y vestirte solemnemente para las circunstancias porque, desde luego, perderías toda naturalidad. Como quiera que sea, las fotos van recogiendo diversos momentos de nuestra vida y van conformando un álbum en el archivo de nuestra memoria, otros más extrovertidos les gusta publicarlo en el Facebook, en el Instagram, en fin. Redes para todos los gustos e inquietudes.

Sigamos captando tomas fotográficas que en el tiempo sabemos que cuando las veamos, suspiraremos con nostalgia, alegría o a carcajada limpia recordando los momentos anecdóticos que nos perenniza y quedarán estampadas en nuestra memoria por siempre.

A propósito, ¿qué fotos te impactaron en el mundo de tus recuerdos? ¿Nos lo compartes?

Carta a mi hija, madre primeriza

Recuerda: «Serás madre toda tu vida; él solo será niño una vez.»

Hija mía:

Mi pecho bulle con una carga de emociones maravillosas. Tu padre y yo esperábamos, callados … pero con esperanza. Y  se hizo realidad este sueño. ¡Vas a ser mamá!  Es la noticia más grata que recibo este año, después de una larga temporada  de preocupaciones, tristeza y dolor. Dios es generoso con nosotros porque sé que tu papi desde donde se encuentre estará feliz, bailando en un pie también allá en el cielo.

Mi pequeña, entiendo por lo que estás pasando. Hoy tengo la necesidad de escribirte una carta porque me hubiera gustado que alguien me la escribiera a mí.  Ser mamá y más aún, primeriza, no es una tarea fácil. Da algo de temor, ciertas dudas, se siente que el tiempo corre y nos sobrecoge para todo que lo esperábamos hacer. Todo lo que deviene es natural que ocurra porque obviamente es una faceta nueva, una experiencia totalmente desconocida para ti y tu esposo. Con la llegada del retoño ya no son solo una pareja, ahora conforman “una familia”  ¿Te das cuenta?

¿Acaso todo lo que hicimos por primera vez no daba algo de temor e inseguridad? Indudablemente.  Las primeras experiencias siempre son difíciles, en especial cuando llega la faceta dos, después de los cuarenta días más o menos, que es la etapa “más dura” para los padres novatos, menos horas de sueño, sentir que el cansancio los agobia, los nervios se alteran algo, en fin… pero uno va aprendiendo en el camino y con el tiempo, uno va mejorando. ¿No te parece que la experiencia da el conocimiento?

Así que mi querida chiquitina, es normal lo que estás viviendo, porque todas las mamás hemos pasado por lo mismo. ¡Uf! Te van a llenar de consejos, pedidos o no, y habrán familiares que te dirán se parece a tu abuelo, se parece a mí, tiene mi nariz; se parece a mi hijo, es su clon, etc. etc  Llénate de paciencia. Sé tolerante. No te enojes. Disfruta el momento de cada etapa de tu nene. Recuerda “Tú serás madre toda tu vida, él será niño solo una vez”.

Hija, lo rescatable de todo esto es que vas a ir adquiriendo experiencia poco a poco, a partir de las fallas y los aciertos porque es normal  cometer errores. Llegará un momento en que te sentirás cómoda contigo y tu bebé. Vas a cambiar pañales, amamantar, alimentar, consolar, entretener, todo a la perfección. Te convertirás en una experta mami porque sé que lo harás con amor, que es el lazo más importante que los unirá a los tres.

Tal vez algunas pequeñas ideas más que recomendaciones, los aprendí en carne propia. No tuve la suerte de contar con mi madre pues la perdí a los doce años. Por ejemplo, cuidarse los senos a partir del cuarto o quinto mes de embarazo, masajeando todas las noches los pezones con una crema suave, para que estén preparadas para amamantar al recién nacido; para que éstas no se irriten se agrieten y te hagas heridas al hacerlo. Yo no sabía. Tampoco fui a las charlas necesarias del seguro pues mi trabajo era absorbente, así que te puedes imaginar cómo sufría cuando daba de lactar, me dolía horrores. Y si no das leche, se pone tumefacto el seno, duele y se infecta. Además, como los conozco a ambos, sé que van a leer y documentarse bien (la lectura ayuda a que el reto sea un poco más  sencillo). Sabrás que la leche materna es oro líquido pues es alimento y anticuerpo poblando los intestinos de tu bebé. Parece pues, que estamos destinadas a amamantar, aunque cada bebé y cada pecho, es diferente. Confía en tu cuerpo, confía en tu corazón, confía en tu bebé.

En cuanto a los cambios de humor son normales en el embarazo. Puedes estar tan sensible que todo te conmueve. Piensa, chiquita mía, que tu cuerpo está teniendo muchos cambios y las hormonas también. Trata de dormir cuando el bebé lo haga. Así podrás recargar energías también para atenderlo. No te atormentes por tu peso. Al principio será complicado bajar esos kilitos de más. Comienza comiendo saludable y a caminar en las mañanas.

Ahora, pedir apoyo, ayuda, no es malo. Durante los momentos de preocupación, de duda, necesitas apoyo. Encuentra gente con la que puedas reír y llorar. Apóyate en tu esposo,  una amiga de confianza, alguien con experiencia o yo, que me ofrezco de todo corazón. Estaremos contigo, no te sientas sola. Es maravilloso tener mujeres a tu alrededor que te entiendan, te quieran y te puedan sostener. Entiendo que pueda que una de tus hermanas vaya; y si no pudiera, me encantaría ser yo quien pueda cuidarte. Estaremos pendientes y felices, al lado tuyo, las dos madres: la tuya, y la de tu esposo. En todo caso, nos turnaríamos por temporadas, para tampoco darles la lata. ¿No crees?

Lo importante es que lleven las cosas con tranquilidad, informándose bien al respecto, estar en contacto con tu médico y seguir sus recomendaciones. Felizmente tienes un esposo que te ama y serán ambos excelentes padres. Me parece que es importante que aprendas a meditar, te ayudará muchísimo a llevar con serenidad la situación. Y agrego algo importante, crees en Dios.  Tu suegra y yo también. Todo saldrá bien, ánimo, alegría porque si tienes fe, confía en Él. Los quiero mucho y me alegra verlos felices a dos padres adorables. Estaré al pendiente en todo momento, dispuesta a volar de inmediato para apoyarlos. Los quiero mucho no lo olviden

¿Por qué se lee cada vez menos?

“La lectura desde la niñez es otra forma de llamar a la libertad.”

Si no se ha cultivado desde pequeñitos el amor por la lectura, es más difícil formarlo cuando  están más grandes. Intenté incentivarlo en mis alumnos de secundaria, la verdad fue una misión complicada y con pocos resultados. Obviamente en algo fallé. Lo reconozco. Eso no quita que he tenido alumnas muy buenas (mejores resultados obtuve en el colegio privado) que comenzaron a amar la lectura y sé que lo cultivan hasta hoy, lo que de alguna manera me consuela. Es más exitoso el resultado cuando se  involucran en la tarea, padres de familia, maestros y alumnos. Pero si solo “batalla” el maestro…  

Cuando al principio dejaba asignaciones los alumnos (as) hacían “trampas” pues sé que lo hacían con ayuda de familiares quienes se encargaban de leer  la obra.

Formé “Círculos literarios” para que no gastaran en libros sino que intercambiaran el que tenían con los diferentes grupos, de modo que llegaran a la ambiciosa idea de leer siquiera diez al año. Fue ilusorio. Pocos lo cumplieron. No obstante, conozco gente de grande cogió el gusto por la lectura, pero muy pocos.

Incluso encontré una página en internet (“La página del vago”) donde les daban casi el trabajo hecho; hasta libros de resúmenes con el argumento, los personajes, etc. Facilísimo para los alumnos y para profesores desprevenidos. Cambié de estrategia en el sistema de evaluación. La monografía era una referencia secundaria, las preguntas eran sobre la trama en sí y las reflexiones que se podían inferir de ella. La gran mayoría “caía” porque claro, solo habían leído el resumen.

Cierto que se recomienda cultivar el amor por la lectura en los jóvenes por placer más que por deber. Uhm… Intenté probarlo. Recuerdo que les dije (en años posteriores) “Uds elijan qué libro les interesa. Y trabajemos con ello.” Eligieron varios títulos (¿Cómo tomaron esa decisión? Incógnita), compré los que no tenía. Leí los que no lo había hecho. Al final. La mayoría ni siquiera abrió el libro. Otros se quedaron en el inicio. Otro plan fracasado. 

Amo el teatro y también traté de fomentarles el gusto por él. He llevado al teatro tanto a los alumnos de colegio estatal como los del privado. Teníamos algunas dificultades desde luego, pero lo hacíamos. Como colofón de la lectura, los alumnos aplicaban algo de teatro: elegían fragmentos de la obra que les había  atraído más, redactaban el guion o libreto luego lo dramatizaban. Ensayaban en grupos (mientras observábamos, corregíamos el desplazamiento escénico, lo correspondiente a la locución verbal, gestual, etc.) Se las ingeniaban para el vestuario, maquillaje; el fondo escénico, entre otras cosas. Reconozco que era más dinámico, participativo (todos salían, aunque fuera en pequeños papeles). Razón por la cual le ponían más entusiasmo que a la lectura en sí.

Dice el profesor Julio Talledo de la Universidad de Piura, “La lectura es una opción de ocio, durante mucho tiempo, casi la única que se ha tenido.”

Por lo tanto, comencemos por lo que más les gusta a los niños, revistas, diarios, historietas, etc. y gradualmente, poco a poco, se les va ampliando el panorama. Lo importante es incentivar el interés por la lectura.

Hoy en día, la mayoría (con excepciones desde luego) es reacia a leer porque se opta por lo más fácil, ver la película (basada en la obra, pero desde luego ésta es un adaptación al criterio del director que dirige la película.) Lo que tampoco ayuda es que hay más distractores que antes. Una de las primeras razones por las cuales las personas no leen es por la falta de hábito, por la cantidad de tecnología que va apareciendo día a día. La televisión, las películas, el internet, las redes sociales que los entretiene demasiado (Instagram, Facebook, WhatsApp, entre otros), los juegos virtuales tanto para niños como para adultos, en fin. Se suma a ello el ritmo de vida agitado de muchas personas que les impide tomar las cosas con calma y darse tiempo para leer.

La variedad de la tentación y la comodidad de no pensar porque todo se los entregan “digerido” está más cerca y casi a la mano. Coger un libro, y hasta lecturas breves les “aburre” porque implica pensar, procesar un texto, recrearlo, disfrutarlo, relacionarlo con saberes anteriores imaginar demasiado y eso a veces, “agobia”. Porque es así como se convierte la información en conocimiento. Así estamos.

A los que leen pero no lo hacen los llaman “analfabetos funcionales”. Todo profesional hoy en día tiene la obligación de leer, estar al día en los avances de su especialidad, eso es una obligación mínima; pero no basta. Debe abarcar otras lecturas que enriquezcan su espíritu, amplíen su conocimiento en todo sentido y le permita tener “otra mirada” de las situaciones sociales, políticas y hasta humanas. No ser facilista y repetir lo que se escuchó en los noticieros de los diarios, la tele o la radio;  o lo que dicen otros sin otro argumento que creen tener la razón. Por eso tenemos a nuestro políticos cada vez más perdidos en sus propios discursos (con muy raras excepciones hoy en día), desmemoriados e ignorantes algunos. Una terrible tragedia que nos abruma como país.

Tratemos de “sacudirnos” y comenzar a leer algo, que sea atractivo, no muy extenso y sigamos con el entusiasmo. Que no se nos apague la chispa de la inquietud.

Beneficios de la música

“La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu”. Miguel de Cervantes Saavedra.

¿Se han dado cuenta que la música nos ayuda a sobrellevar determinados momentos de nuestra vida? Si uno se encuentra abrumado por el cansancio, sin más ganas que descansar en un sillón y dejar el alma vacía, si en ese momento pones una música atractiva y suave tu espíritu también descansa, se relaja,  te vuelve la calma. Momentos después disfrutarás con los ojos cerrados sintiendo la armonía musical, perdiéndote en el ensueño. Poco tiempo después te levantarás con mejor ánimo y retoma vuelo tu energía.

Si, por el contrario, tu espíritu tiende a la melancolía, tristeza, y sientes hecho jirones tu ánimo. Despierta, es hora de cambiar el ritmo de la melodía, por una alegre, dicharachera, que incentive al canto, al movimiento y la diversión ¡A moverse! ¡Baila! No importa sola o con tu sombra. Con la alegría aumenta tu endorfina, serotonina, entre otros y vuelve la felicidad.

Indudablemente la música es una actividad amena capaz de regalarnos emociones, revivirlas, soñar, hacer catarsis, renovar energía. Es más, brinda ayuda en la salud y la educación. Incluso hay terapia con música.

Según los científicos, entre algunos de los beneficios de la música en la salud tenemos, energizar el cuerpo y la mente, facilitar la expresión de las emociones y sentimientos, alivio de temores y ansiedades, relajación psicofísica y disminución de la percepción del dolor.

En la Revista EducAcción , en un artículo publicado en 2013, Tobar sostiene que “la música relajante mejora la duración y la intensidad de la concentración. Esto, además, sucede en todas las edades y niveles de habilidad.”

En conclusión, todos hemos experimentado que la música “nos hace sentir” pues respondemos desde un punto de vista emocional. Y esa sensación se produce tanto en quien lo recibe como en quien lo emite. ¿Y tú, alguna experiencia con la música?

La partida o el cambio

 

“Nada de lo que fue vuelve a ser, y las cosas y los hombres y los niños no son lo que fueron un día”. (Ernesto Sábato)

Nuestra vida suele estar cargada de cambios. Cambios a los que solemos tenerle algo de temor a pesar de ser una constante en nuestras vidas (cambio de colegio, universidad, trabajo, residencia, etc) El cambio significa desacostumbrarse, salir de una zona de confort donde ya nos habíamos acostumbrado y comenzar a adaptarnos a una nueva situación lo que nos parece al inicio complicado.

El término “cambio” denota la acción o transición de un estado  inicial a otro diferente, según se refiera a un individuo, objeto o situación. También puede referirse a la acción de sustituir o reemplazar algo. En este caso, me centro en la primera acepción. Básicamente como la partida de alguien que se va a otro lugar o pueblo nuevo por razones de trabajo o de estudio. O, la salida de una querencia sostenida por años en la convivencia familiar, donde los hábitos, las costumbres, la variedad de bártulos se “afincaron” en el tiempo con derecho propio en el lugar.  

Cuando llegas a un lugar a vivir (por decisión familiar) por primera vez, lo haces con la ilusión propia de la novedad, incluso pones el mejor esfuerzo para poner en las cosas no solo tu gusto (de acuerdo a tus posibilidades) sino también le pones ilusión y corazón pues le sumas el amor infinito pensando en los tuyos (hijos, esposo, familia.) Le pones interés a los detalles para que sea atractivo a ojos de los tuyos y los ajenos que después vendrán a compartir contigo la novedad y la alegría porque son personas a quienes quieres y te quieren.

Ah, esos primeros años… ¡son hermosos! El deslumbramiento más la novedad de la nueva convivencia tienen su etapa atractiva, pero conforme va pasando el tiempo, y lo novedoso se hace cotidiano, ciertas acciones se van convirtiendo en costumbres de tal manera que ya es parte de los hábitos de la convivencia. La premura e ilusión inicial como que se va apagando un poquitín, se va “amenguando”.

 Lo he experimentado y también lo he notado  en la actitud de los amigos,  vecinos nuevos que se instalaban en sus nuevas casas. Inicialmente…!qué prolijidad en el cuidado y mantenimiento del cuidado interior y exterior¡ Con paciencia y dándose tiempo extra para todo.  Pero, conforme van pasando los años, la exigencia en la atención de la familia, el trabajo,  sumado a otras circunstancias  recargan la función de quien se da el trabajo del mantenimiento de la casa y obviamente, el cuidado ya no será el mismo. Porque hablando con realismo y justicia, no todos los nuevos integrantes tienen el entusiasmo y el coraje de participar en estas actividades domésticas.  Generalmente, ocurre que el entusiasmo se da en una o dos personas, la madre o alguna de las hijas o algún integrante varón de la familia. Suele suceder que el interés de los varones es más visual que cooperante,  salvo casos rarísimos de apoyo manual, pero de haber, si los hay, ¡Qué duda cabe¡  ¿Me equivoco?

Entonces, como es natural, el entusiasmo inicial “apagado,”  deteriora en algo “la chispa” vibrante inicial. No obstante, lo bonito del cambio es que comienzas a echar raíces en el nuevo lugar, desarrollas tu vida familiar y siembras recuerdos por doquier pues nacieron tus hijos, o convivieron contigo por años y luego, con el paso del tiempo, la familia se desmembró porque cada uno de los menores creció, se independizó y tomó rumbo distinto; o alguien del núcleo familiar partió para no volver más sembrando una tristeza insondable.

Esta “querencia” sostenida en años, sin darte cuenta, te “marcó” con una cicatriz invisible pero indeleble. Partir de un lugar con tantísimos recuerdos hace aflorar en nuestra memoria años maravillosos (particularmente si has vivido allí durante mucho tiempo) visitas de amigos, familiares,  cenas en la cocina, risas, parloteos. Hasta recordamos cada rasguño en las paredes (travesura de los hijos cuando pequeños, después, los nietos), el crujido del suelo de madera, el aroma de cada habitación, el eco de algunas canciones y charlas impregnadas en las paredes. Es decir, fueron compartidos  momentos, fechas, situaciones  importantes en la familia, con la familia, con las amistades. Con personas que te ganaron el corazón y se fueron arraigando suavecito.

Y “la partida” de esta querencia duele. Despedirse de la casa actual y empezar de cero en otro lugar “nuevo” puede resultar amargo y volverse todo un drama. Porque valgan verdades, lo que realmente convierte a una casa en un verdadero hogar son las personas y  cada uno de los momentos compartidos.

 A nadie le resulta fácil empacar y dejar atrás todo lo que le resulta familiar para enfrentar un entorno nuevo. Pero es especialmente  más difícil para quien por razones de estudio o trabajo tiene que llegar por primera vez a un lugar extraño (otro país, otro idioma, otras costumbres) y sin conocer a nadie. Eso sí es un drama al que hay que hacerle frente haciendo “tripas corazón” porque responde a una necesidad  en el plan de vida y no queda otra que adecuarse.

Los expertos consideran que las mudanzas son uno de los momentos más estresantes en nuestras vidas. Tener que dejar a amigos, lugares familiares y actividades genera ansiedad en todas las personas involucradas en la mudanza;). Y es mucho trabajo empacar y preparar la mudanza, para después tener que desempacar e instalarse en el nuevo hogar e irse desligando de una serie de objetos que tuvieron importancia en su momento  y que por circunstancias emocionales no querías “soltar” y que ahora, por razones de espacio no queda otra alternativa.

 Sin embargo puede llegar un momento crucial en nuestra vida otoñal donde, aún con el dolor a cuestas, se tiene que cambiar de residencia por razones de seguridad física y emocional. La prioridad es la salud. En este caso se tendrá la precaución de conocer previamente el  nuevo lugar con el (a) interesado (a), procurar  que les sea grato por circunstancias que a él o ella, les resulten  favorables (tranquilidad del barrio, cercanía a la familia y los amigos más allegados, etc.) Así, no les  será tan estresante el cambio porque se cuenta con la esperanza  de que el cambio les será grato en varios sentidos y por ende, menos agobiante. Luego de ello, como es natural, seguirá lo de siempre, adaptación al nuevo lugar, integrarse al nuevo barrio, ir descubriendo las zonas comerciales, lugares que irán captando su interés y por qué no, quién sabe, seguir cultivando las viejas amistades e ir formando nuevas porque – valgan verdades- la vida continúa y hay que seguir adelante.

EL ÁRBOL DE LOS AMIGOS

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices

por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.

Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar,

mas otras apenas vemos entre un paso y otro.

A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.

Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.

El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá,

que nos muestra lo que es la vida.

Después vienen los amigos hermanos,

con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.

Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

Mas el destino nos presenta a otros amigos,

los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino.

A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón.

Son sinceros, son verdaderos.

Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.

Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón

y entonces es llamado un amigo enamorado.

Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.

Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo,

tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas.

Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro,

durante el tiempo que estamos cerca.

Poema atribuido a Jorge Luis Borges