RETORNO

«Hay cosas que llevan su tiempo…y otras, que el tiempo se lleva.»

Hoy, luego de un largo silencio difícil de sobrellevar, retomo las páginas de mi blog.

La circunstancia inesperada de perder a mi esposo cuando estábamos felices  con la esperanza de tenerlo nuevamente en casa, nos llegó sorpresiva y fatal la noticia. Mis hijos, yo, así como sus amigos y familiares más cercanos quedamos mudos e incrédulos. Nos convertimos en estatuas de piedra, sin reacción alguna. Tuvo que pasar largos momentos para que recién pudieran aflorar las lágrimas.

Cierta vez alguien dijo, “Las ausencias enseñan”. Efectivamente.  Cada persona amada comparte en nuestra vida cotidiana todo un espacio de amor, amistad,  con alegrías, tristezas, esperanzas y más. Incluso aun cuando se tengan gustos disímiles. Pareciera que, al margen de ello, se construyera una “esencia” de “hermandad”. Y, efectivamente, suele ocurrir que cuando nos faltan se siente un vacío inmenso, insustituible y, el “golpe”, doloroso y aleccionador.

Sin duda que las amistades, familiares, tratan con cariño de apoyarte, consolarte no obstante es un paliativo. Lo cierto es que cuando pasan todas las circunstancias iniciales, al final quedamos solos (as). Cada momento vivido con el (la) ausente se hace más nítido, en cada detalle, en cada recuerdo, en cada aventura. La separación es más notoria cuando de las cosas que no solías hacer antes, tienes hoy que ser el adalid. Quien antaño lo solucionara, dirigiera con maestría, no está más contigo. Y sientes la inmensa necesidad del otro (a). ¡Cuánta falta hace!. Es el vacío, la ausencia “sin fondo” como dijera Vallejo en uno de sus poemas. Estás solo (a). No hay más.

pensamiento Y aunque siga doliendo es momento de tomar decisiones. Asumir el protagonismo. No hay papeles secundarios. O lo haces, mal que bien; o, no lo haces y será peor. Entonces, batallando contigo mismo, limpiándote los mocos, dándote valor, emprendes los primeros pasos de la autonomía, sudando, sufriendo, errando, pero ahí se comienza a emprender el camino hacia delante.

Y la vida te enseña que las cosas tienen que continuar y que no cuentas –en ocasiones- más que contigo mismo. Toda ayuda, apoyo, con muy buena voluntad desde luego, se infiere como transitoria.  Y es que nadie te debe nada. Todos también tienen sus propios problemas y dolores de cabeza personales. A entender eso. Para cualquiera pesa primero su familia.  Por ende, es preferible, “no esperar nada de nadie” que andar en locas esperanzas incumplidas. Así se sufrirá menos también, ¿no les parece?

Rescatemos la paciencia. Respiremos hondo, con “mirada” optimista en tono mayor. Con la confianza retomada sigamos afrontando las diferentes situaciones que puedan llegar hasta cuando nos toque la partida, al encuentro con nuestro amado o amada..

 

 

 

 

 

Deja un comentario